miércoles, 21 de marzo de 2012

Un dia con gripe

A nadie le gusta sentirse mal y mucho menos estar enfermo, pero bueno enfermarse es el algo tan natural como que te salga un grano en la cara o como que te de ganas de ir al baño en plena combi y tengas que bajarte a buscar un árbol o un poste (claro, si eres hombre),  pero ese es otro tema y algo que tal vez no venga al caso. Hoy escribo estas líneas siendo víctima de uno de los tantos resfriados que he tenido en mis 22 años, esos ataques de gripe que te tumban y te hacen sudar a mares, de esos que no te dejan respirar porque tienes un litro de moco obstruyendo tu nariz, de esos que no te dejan dormir por estornudar a cada rato, todos sabemos lo que es tener gripe así que está de más que de los detalles. Pero bueno, a mí este estado de salud me trae algunos recuerdos y un tanto de nostalgia, recuerdo haber tenido más resfriados de los que puedo contar, y más de una pastilla y tantas de inyecciones que eh tenido que soportar por mejorar y no estar tirado en cama. Pero cada resfriado y ataque de gripe es distinto, tanto en lo emocional,  como en los recuerdos que quedan de cada uno.
Por mi cabeza pasan los recuerdos de mi niñez en los cuales enfermarse era una bendición, ustedes se preguntaran porque, pero la respuesta es fácil, cuando eres niño y estas resfriado o con gripe, no hay clases, bueno si las hay pero no para ti, mientras estés mal te perdonan todo, puedes faltar a clases, no hacer las tareas, no limpiar, ordenar, lavar o hacer cualquier cosa que harías en un día normal. Estar enfermo era increíble, podías dormir hasta la hora que quisieras, pedirle a tu mama que te cocine tu plato preferido, y por qué no también ver televisión todo el día. No hacer nada más que quejarte y lo tendrías todo. Claro también están las cosas negativas, como no poder salir a jugar o ver a tus amigos porque ellos no querían contagiarse. Pero como es lógico, los resfriados terminan, y cuando eso pasa llega el momento de enfrentar a los burlones que te sacaba en cara toda tu etapa de mocos y quejas, claro, quien crees que hacia tus cosas mientras tu llorabas pidiendo a tu mami que te arrope, en esa lista están:  tu hermano, primo, vecino, o compañero de colegio, que esperan el momento en el cual estarías recuperado para sacártelo en cara, para decirte: “oye, me debes una llorón” o “te toca limpiar mi cuarto mujercita” o el tan clásico “hay estoy mal, no puedo hacer nada”. Repetido en coro por mas o menos una semana, y tu sin poder hacer nada, quedarse callado era lo mínimo que podías hacer después de no haber hecho nada más que disfrutar de tu etapa de rey, pero todo no era tan triste y molesto, porque volver al cole no era tan duro, ahí te esperaban tus compañeras, esas que te preguntan como estas, esas que te abrazan y te comían a apapachos, esas que te daban su tarea para que no te atrases, y si peleaban por sentarse contigo y explicarte lo de la última semana, puedo recordar cada sonrisa de ellas, cada abrazo y el olor de su cabella a frutas (fácil y se bañaban con shampoo de bebitos), hay esos resfriados  que nunca volverán, porque eran inolvidables y cada uno tenían gran recuerdo.
Pero ahora que uno ya es casi adulto, es difícil que tu mama te apapache en sus brazos y te diga: “mi niñito, mi pequeñito”,  besando la frente y repitiéndote que estarás bien (a mi hasta ahora lo hacen).  Ahora que uno es viejo, en vez de que el resfriado sea una bendición, es una gran pérdida de tiempo, ya que dejas muchos pendientes y cosas por hacer, ahora es raro que te pases tareas o que tus amigas te abrasen por haber tenido un ataque de moco una semana entera. Ahora si esta con gripe, nadie quiere hacer tus cosas, tiene que ir a estudiar, con mocos cayendo de tu nariz, tienes que ir a trabajar porque a tu jefe le llega al hue… tus mocos y que tus ojos lagrimeen todo el día, ahora que ya no eres un niño tiene que cuidarte más porque  Los resfriados siempre fueron mejores antes. Porque antes uno nunca podía olvidar, un día de gripe.

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